Este argentino nos presenta la historia de Diana y Carlos, un matrimonio que acude, cada uno por su cuenta, a terapia.
Podemos apreciar en escena la relación paciente-terapeuta, y los dos muy diferentes métodos que aplican cada uno de ellos buscando tal vez, el mismo objetivo: ayudar a su paciente con los problemas que esté les permite.
Pero, ¿que tan honestos somos cuando estamos hablando de nosotros mismos?
Esa sería la premisa de esta obra, donde podemos ser testigos de como en algunas ocasiones la relación paciente-doctor puede traspasar barreras y entonces, ser conscientes de las consecuencias que esto puede suscitar.
Las personalidades son tan únicas como lo es cada ser humano y en esta obra la trama, es ir descubriendo la verdadera esencia de estos 4 personajes.
El elenco lo encabeza Moisés Arizmendi, actor con una carrera constante en televisión, cine y teatro. Él es Juan Bueras, el personaje que, a mi gusto, tiene más vulnerabilidad ante todo lo que está sucediendo y a quién realmente se le destapa una nueva personalidad, conforme se va desarrollando la trama.
Arap Bethke es el Doctor A, un profesionista metódico, escrupuloso y quién prefiere mantener a toda costa la relación con sus pacientes lo más lejos posible de su entorno real, y por ende, quién menos tiene que perder en este juego.
Fernanda Borches, personalmente no conocía el trabajo de esta actriz argentina que ha participado en muchas obras teatrales tanto clásicas como musicales, ella es Diana.
Una paciente controladora, impulsiva y con un carácter sólido. Ella sin duda, es quién mueve los hilos de la trama, es quién tiene el as bajo la manga.
Por último esta Juan Martín Jaúregui, es un rostro conocido en la televisión mexicana y este es otro actor que me sorprendió, en primera porque es mexicano y durante la obra simula el acento de un argentino, muy bien logrado, incluso en momento críticos de su personaje no pierde el modo de hablar. Él personifica a Carlos, esposo de Diana y paciente del Dr. A.
Estos cuatro, recrean una obra dinámica, divertida, con un humor negro muy bien logrado.
En lo personal, agradezco mucho cuando el teatro es ágil, que tanto la escenografía como los diálogos y la coreografía de los actores estén en perfecta sincronía con el tiempo de la obra. El tono que cada actor le imprime a su personaje se mantiene en la misma línea, no lo pierden y eso nos da un sentido de veracidad único.
"Criminal" permite al espectador adentrarse a la trama desde los primeros minutos, teniéndonos al pendiente de el desenlace de la historia.
Se estreno hace unos días, en el Teatro López Tarso, en el sur de la ciudad. De verdad, dura poco más de una hora, pero les dejará un buen sabor de boca por más tiempo.
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