En esta ocasión el país sudamericano nos cuenta la historia de como se originó el narcotráfico en la región norte del país a finales de la década de los sesenta. Cuando un grupo de hippies americanos van a la selva a realizar labores humanitarias en los pueblos de la región y encuentran una oportunidad comercializando la marihuana.
La familia Wajuu, es un matriarcado indígena que vive en el desierto de La Guajira, derivado de la necesidad de juntar dinero para la dote de Zaira, Rapayet ve un jugoso acuerdo con los gringos.
Ahí es donde comienza el negocio de la venta de droga a los americanos, negocio que se vuelve muy fructífero y que tristemente, lleva a la familia a la avaricia y al caos.
La historia va más allá de la venta de la marimba, de hecho queda en segundo plano gracias a la eficacia con la que la historia nos involucra. Los directores nos muestran las tradiciones y los rituales que existían en la comunidad, la creencia y lectura de los sueños, así como la interpretación de la presencia de las aves en momentos determinados.
El guión esta muy bien cuidado, la mayor parte de la película se habla en la lengua indígena, lo cual la hace más especial.
Sin duda el trabajo de vestuario y ambientación están cuidados a detalle, ya que la cinta fluye y las poco más de dos horas que duran, no se sienten pesadas ni tediosas.
Cómo siempre, la avaricia, la ambición y el poder tiene la peculiaridad de corromper todo, incluso los lazos más fuertes que son los familiares.
El trabajo actoral que hace Carmiña Martinez como Úrsula, la matriarca de la familia que literal hace todo por cuidar a los suyos es impactante.
Mención extra merece la fotografía que va desde tomas amplias con paisajes increíbles hasta encuadres más íntimos que también resultan efectivos.
No por nada, "Pájaros de Verano" es preseleccionada al premio de la Academia 2019 como mejor película de habla no inglesa compitiendo con la mexicana "Roma".
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